Comunidades de Aprendizaje, Detonantes del Pensamiento Crítico.
Por: Pablo Barquero Mata.
Un nuevo proyecto surge a nivel educativo, donde los cambios económicos, políticos, sociales y culturales, han iniciado la cuenta regresiva hacia una transformación cognitiva y de desarrollo en los procesos de aprendizaje.
La denominada “Sociedad del Conocimiento” derriba día con día nuestras estructuras mentales y modelos de desarrollo, incrementando de manera proporcional el pensamiento crítico, la capacidad de análisis y desempeño tanto de los docentes como de los dicentes.
Y es que el surgimiento del concepto de “Comunidades de Aprendizaje” ha disparado transformaciones significativas en el enfoque de los procesos de aprendizaje, donde se perciben variaciones en los papeles y sobre todo en los tipos de estudiantes y tipos de docentes.
Tal y como indican Flores de los Santos y Pérez Guardado en el artículo “Las comunidades de Aprendizaje, mecanismo eficiente de formación de formadores”, las comunidades de aprendizaje, deben ser concebidas como propuesta de política educativa y como una estrategia de cambio educativo, donde una comunidad organizada se involucra en un proyecto educativo y cultural propio.
Mediante esta sinergia, es necesario plasmar el objetivo esencial de dichas comunidades, el cual es generar una cultura, que integre de forma estratégica los diferentes componentes de la comunidad en aras de lograr un aprendizaje conjunto de manera permanente y equitativa.
Y es que lo que afirman Luján Ferrer y Mora Hamblin en el documento “Comunidades de Aprendizaje y Organizaciones Educativas: una opción para ampliar el centro educativo” cuando indican que la importancia de relacionar la organización educativa con la comunidad es promover la participación de todos los actores sociales en el desarrollo comunitario, es sin lugar a dudas parte de los objetivos fundamentales de este nuevo enfoque educativo.
En éste sentido me parece sumamente interesante la frase mencionada por estos mismos autores que indica: “La formación de los educandos es una responsabilidad social compartida”, ya que parece ser fundamental y hasta obvia, sin embargo; es muchas veces ignorada y pasada por alto si analizamos las últimas tendencias de educación.
La responsabilidad recae en éste caso sobre todos nosotros, sobre padres de familia, instituciones, gobiernos locales, facilitadores “docentes”, los cuales debemos propiciar comunidades que permitan el desarrollo y el crecimiento de los niños y jóvenes. Comunidades que como indican Luján Ferrer y Mora Hamblin, promuevan valores personales, sociales, morales y culturales. Comunidades que brinden apoyo y oportunidades con igualdad y solidaridad.
La puesta en marcha de ésta clase de proyectos, se ve reflejado en buena parte en el “aprendizaje ubicuo” el cual es definido por Emilio Quintana según Cope y Kalantzis como “un nuevo paradigma educativo que en buena parte es posible gracias a los nuevos medios digitales”. Y es que es que no podemos y no debemos limitar éste tipo de aprendizaje al uso de tecnologías, pero es innegable, que su fundamento parte de las nuevas tecnologías.
Como parte de estas tendencias, es indiscutible, que como docentes debemos ser enérgicos en facilitar la comunicación y retroalimentación entre todos los participantes de ésta gran obra maestra llamada “Comunidad de Aprendizaje”, pero que de todos es responsabilidad construir y desarrollar mejores y más eficientes sistemas de aprendizaje para nuestras futuras generaciones.
Me gustaría finalizar con un cuestionamiento que hacen Cope y Kalantzis en su libro “Ubiquituos Learning”, donde recalca el papel fundamental de los educadores en éste proceso, para que meditemos y reflexionemos juntos.
¿Estamos los educadores en disposición de liderar el desarrollo de tecnologías que sean apropiadas al nuevo contexto, en vez de dedicarnos a reciclar las tecnologías que ya estábamos usando y que fueron diseñadas con otro propósito?